Entrevistas
Entrevista a Òscar Cusó Cómo aspirar a un Emmy
“Superproducciones como The Americas son puntas de lanza”
Por Gabi Martínez 03/11/2025
Director Óscar Cusó en la pirámide de Calakmul durante el rodaje sobre ruinas mayas y bosque en México para The Americas. Foto Sebastián Guzmán (noviembre 2022).
Veinte monturas, entre caballos y burros, y catorce personas subieron a 5.400 metros de altura en busca del sapito cuatro ojos. Mayo de 2022. Los Andes. Òscar Cusó (Barcelona, 1989) había convencido a un productor de la BBC de que ese anfibio debía incluirse en la serie que iban a grabar. El sapito apareció. Ya solo faltaba que hiciera lo que se esperaba de él: resucitar. El momento fue reproducido en un popular talk show americano mientras Tom Hanks promocionaba la última superproducción de documentales de naturaleza en la que él mismo es el narrador: The Americas. El director de la memorable secuencia es Cusó. La primera que dirigió para la BBC, después de haber trabajado con cuervos, pulgas, jaguares…
El camino hacia el sapito comienza en una sala de estar de Hospitalet de Llobregat, donde el pequeño Òscar se sentaba con su abuelo a ver documentales rebosantes, sobre todo, de animales. “Veíamos juntos los de La 2, los de National Geographic… Mi abuelo tenía muchos grabados en cintas VHS, también de Félix Rodríguez de la Fuente. Trabajaba en la SEAT y tenía una curiosidad infinita por todo. En verano me llevaba a coger higos. Siempre que podía se escapaba a Corbera, donde cultivaba un huerto. Con él aprendí a reconocer especies de campo, desde los jilgueros a los verderones, abejarucos…”.
Òscar Cusó junto a sus abuelos Pepe y Juana observando un águila en los Pirineos catalanes. Foto Josefa Pérez (1995).
Cuando Òscar contaba cinco años, viajó con su familia a los Pirineos. Circulando en coche, un águila enorme planeó a escasos metros del parabrisas. Recuerda el instante como el principio de algo. En esas fechas, su prima Maite, instalada en Guatemala, le envió una postal ilustrada por un quetzal, y se obsesionó con el ave. Su madre Pepa, realizadora de Televisión Española, le enseñó pronto algunas técnicas audiovisuales, y como su hermana Sara resultó ser gimnasta de élite, de vez en cuando la filmaba dando saltos, volteretas, en tensión. La familia viajó de vacaciones a Costa Rica. Sin abuelos, pero con cámara y una fijación infantil.
“A los quince años, yo buscaba al quetzal en todas partes. La última semana, acabábamos de comer en un restaurante cuando alguien dijo que allí cerca había aguacates silvestres donde a veces venían quetzales a comer. Mis padres pidieron los cafés y me fui con mi hermana a ver los aguacateros. Ahí estaban. Una pareja de quetzales. Había dejado la cámara en la mesa, fui corriendo a por ella, y cuando volví solo quedaba la hembra. Suficiente”.
Cusó se cuenta entre los afortunados que levantando pocos palmos del suelo ya respondía sin titubeos a la pregunta qué quieres ser de mayor: Quiero hacer documentales de animales. “He tenido la suerte de que me han gustado mucho las ciencias y las humanidades. En la ESO, un muy buen profesor de literatura casi me hace tomar la senda del mal -sonríe- pero luego apareció otro gran profesor de biología, y…”.
En realidad, logró combinar los estudios de Biología con los de Comunicación Audiovisual, sacándose las dos carreras en seis años. “Un día estudiaba Fisiología vegetal y otro Teoría de la comunicación de masas. Era estupendo. No entiendo cómo no hubo más periodistas que eligieron esa especialización”. Compró cámaras, empezó a grabar con mayor calidad.
Lo más decisivo de la época universitaria fue ganar la beca Leonardo da Vinci para hacer prácticas en Bristol, “el Hollywood de los documentales”. Pronto encontró sitio en la productora Humblebee. El día que Cusó aterriza en las oficinas, los productores reciben la noticia de que acaban de aprobarles un proyecto para trabajar con David Attenborough. “Stephen (Dunleavy) abrió una botella de champán. ¡Que sepas que esto lo hacemos cada vez que viene un becario!, dijo. Estuve unos siete meses. Ahí experimenté un crecimiento exponencial. Sharmila Choudhury, una de las colaboradoras más estrechas de Attenborough, me cobijó bajo su ala. Quizá fue porque vio a un nerd de los animales y los documentales igual que ella, no sé, el caso es que me ayudó muchísimo”.
Comenzó a colaborar en la serie Natural Curiosities como documentalista científico, “aunque en realidad ayudaba en todo lo que podía: era un equipo pequeño y yo quería aprender lo máximo”. Buscaba historias que permitieran descifrar mitos sobre animales recurriendo a la ciencia más moderna. Para abordar la fuerza de las pulgas, localizó a un hombre que aún manejaba un circo con pulgas reales. La historia funcionó, y Cusó comenzó a acudir a rodajes en los que participaba el jefazo Attenborough.
“Me propusieron ir a uno haciendo, entre otras cosas, de chófer. Yo no había conducido nunca por la izquierda pero dije, palante. Exprimí aquellos meses. Era el primero en llegar a la oficina y el último en salir. En el primer rodaje, Attenborough ya me puso un poco a prueba. Visitamos a un especialista en aves que adiestraba a cuervos para demostrar sus altas capacidades cognitivas, íbamos a filmar algunos trucos que les había enseñado. El guion señalaba que los cuervos de Nueva Caledonia eran incluso más listos que los primates”. Attenborough preguntó de dónde salía esa afirmación, la guionista se lo preguntó a Cusó, “y compartí con ellos el estudio que demostraba que estos cuervos eran capaces de resolver una tarea de desplazamiento de agua con un nivel de desempeño comparable al de niños de siete años. Confirmaron que los datos eran correctos y los incorporaron al guion, aunque de una forma suavizada para evitar posibles conflictos con los primatólogos”.
-Y cuando vuelves a España, ¿qué?
-Aspiro a aplicar lo aprendido. Aprendí a ver metáforas audiovisuales, elementos gráficos útiles… y a economizar. Por ejemplo, si tienes presentador no necesitas tanto metraje de imágenes, que habitualmente son muy difíciles de conseguir, y eso permite abaratar los costes. También pensé que la línea editorial de contar historias al estilo BBC se podía traer a España. Me invitaron a dar una conferencia para gente de Televisión Española, expuse mis ideas. Cuando termino, viene la directora de programas y me propone llevarlas a cabo en la desconexión para Catalunya, así que pensé el programa Animalades. Luego lo llevaron a La 2, a la programación nacional, pero habían pasado cosas y me bajé del carro.
-Es cuando haces el documental sobre el macaco ciego.
-Me contactó una productora de Madrid porque unos documentalistas chinos les estaban enviando muy buenas imágenes de una cría de macaco ciego, y querían producir una historia. La articulamos a partir de la madre, que se esfuerza para que el pequeño sobreviva pese a la ceguera. El editor fue Iván Aledo, el de varias películas de Julio Medem. No había montado nada de naturaleza, pero me dijo: “Dame tres planos y te hago llorar”. Estuvimos tres meses de invierno editando. Lo pasé muy bien, con él aprendí a construir bien una historia. La vendimos a National Geographic.
-Para el periódico El País escribiste una serie naturalista en la que los artículos llaman la atención desde el título: “El mito de los lemmings suicidas”; uno sobre el quetzal punk; “El sexo lésbico de los lagartos que no necesitan machos”…
-Jaja. Creo que el de los lagartos fue el artículo más leído ese día. Pero los títulos los ponía la editora. Lo que sí hice fue adaptar al papel la narrativa que había aprendido en Inglaterra. Esos títulos podían atraer a más lectores, entiendo por qué los ponían y me parece bien, pero también podían provocar lo contrario en, por ejemplo, algunos especialistas. Me acuerdo de un biólogo que escribió un comentario crítico en el buzón de los lectores, y luego otro favorable: el primer texto lo había escrito sin leer el artículo, y, cuando lo hizo, creyó necesario reconocer que daba información fiable y valiosa.
David Attenborough y equipo filmando un circo de pulgas en Oxford durante el rodaje de Natural Curiosities 3. Foto Òscar Cusó (julio 2014).
-Después vuelves a trabajar fugazmente con Attenborough.
-Vino a grabar a Madrid y me contrataron como productor de campo. La verdad es que he hecho de todo, desde logística sobre el terreno, chófer, documentación, escribir artículos…
-Y entonces llega Wild Latam. Una gran serie sobre Latinoamérica.
-Yo quería volver a Bristol y Wild Latam me dio la oportunidad de preparar el terreno. Trabajé en la documentación de la serie durante un año y pasé un mes en Costa Rica siguiendo la historia superchula de un jaguar. Habíamos ido al Parque Nacional de Guanacaste a grabar fragatas, pero un ranger me contó que había un jaguar que bajaba a menudo a la playa a comer tortugas. Filmar a un jaguar es muy difícil, y ahí teníamos muy altas probabilidades de grabarlo. Llegamos tarde, pero salimos a reconocer la playa. En la cabaña del ranger había un cartel: Cómo actuar si se encuentra a un jaguar. Decía que no debes darle nunca la espalda. Hay que caminar poco a poco hacia atrás, hasta marcharte.
Llegamos a la playa con las linternas, vemos una sombra y es el jaguar. Con marea baja y luna llena, se reflejaba estupendo en el mar, la toma era perfecta, pero habíamos salido en plan prospección, sin cámaras, así que solo lo grabamos con móvil. Los colegas fliparon, ninguno había visto nunca a un jaguar. Es un animal imponente. Uno de los cámaras estuvo andando hacia atrás un buen rato, sin perderle nunca la cara. De todos modos, el jaguar estaba acostumbrado a la presencia del ranger, que hasta le había puesto nombre: Pablo. Las noches siguientes volvimos y lo filmamos. Al cabo de dos años regresé para un reportaje sobre el desove de tortugas y ahí seguía Pablo. Lo conocimos bien porque estuvimos cuatro semanas para grabar la secuencia de las tortuguitas. A alguna se la comió el jaguar.
-¿Cuatro semanas? ¿Para cuánto tiempo de documental?
-Unos ocho minutos.
Alto campamento durante el rodaje del sapito de cuatro ojos en Perú para The Americas. Foto Kelsey Reider (mayo 2022).
-Un realizador de documentales debe tener sin duda paciencia y buen físico, porque a menudo enfrentáis geografías y condiciones muy complicadas.
-Hay que estar más o menos en forma. Yo entreno algo en el gimnasio, nado… Aguanto bastante el frío, no tanto el calor. La alta montaña se me da bien.
-De no ser así, en The Americas lo habrías pasado muy crudo.
-Participar en The Americas fue difícil desde el principio, porque la pandemia me pilla en Barcelona el último año antes del Brexit y ahí veo que, si quiero volver a Bristol, tengo que arreglar papeles pronto. Sharmila me dice que en Wild Latam he adquirido una experiencia brutal y es el momento de volver a Bristol, pero, ¿cómo lo hago? Consigo viajar tres meses antes del Brexit y me hacen los papeles justo cuando la BBC está reclutando a gente para The Americas. La responsable de contratación me llama por videoconferencia. Cuando me dice que estoy contratado, salgo de la reunión y me pongo a llorar. Fue un contrato por tres meses. Lo di todo, vieron que iba a tope y me contratan tres meses más. Luego, firmé por dos años.
-¿Cómo se trabaja en una serie de semejante envergadura?
-Es una dimensión completamente diferente. Hay mucha gente muy buena y mucho dinero.
-Pero tú en concreto, de qué te encargabas.
-Sobre todo de los episodios de Los Andes y México. Mi rol oficial era el de Assistant Producer, lo que implicaba trabajar junto con el Researcher en la documentación previa desde la oficina, además de organizar toda la logística de los posibles rodajes y contactar con expertos y colaboradores locales para recibir asesoramiento. Durante los rodajes asumía el papel de Field Director, dirigiendo al equipo de cámaras y trabajando siempre acompañado de un biólogo o de un experto local —el fixer— que nos ayudaba a coordinar y facilitar el trabajo sobre el terreno.
-Aparte de las grabaciones.
-Aparte.
-El primer rodaje, en México, no fue bien.
-No. Fuimos a rodar jaguares a un manglar, y no hubo forma. Me enviaron por mi experiencia previa con jaguares. Sin embargo, en este manglar, los jaguares eran mucho más huidizos que en la playa de Costa Rica, y se desplazaban por un área muy extensa, lo que hacía prácticamente imposible captarlos con los teleobjetivos. Con las cámaras trampa sí logramos imágenes.
-En Los Andes te redimes.-Estuve leyendo muchos papers y encuentro uno que dice que ahí habita un sapo con la capacidad de congelarse y descongelarse. O sea que cada noche se congela y cuando amanece vuelve… a la vida. Cada vez se lo encuentra más arriba en la montaña porque el glaciar se está fundiendo. No se había filmado nunca. Tampoco se podían reproducir las condiciones en otro sitio así que habría que subir a 5.400 metros para conseguir las tomas.
-¿Esto quiere decir que a veces se ficcionan tomas?
-En la BBC Natural History Unit no se provocan situaciones; el rodaje se planifica minuciosamente para conseguir el comportamiento que se quiere mostrar. Por eso enviamos a un fixer para reconocer el terreno. Si el sapo seguía ahí, había que saber qué necesidades logísticas tendríamos, si era posible grabar en algún lugar a menor altitud… Pero no, habría que ir hasta arriba.
-Y vas. Además, como director.
-Fue mi primera dirección de campo con la BBC. Con gente buenísima, nos preparamos a fondo. Una parte del equipo había trabajado con el glaciólogo Lonnie Thompson. Cargamos cuarenta maletas con cámaras, luces, todo el material… y el cuarto día en el campamento, nos quedamos sin generador. Así que no teníamos baterías y por lo tanto no podíamos rodar. En el reconocimiento del terreno que hizo el fixer, probó el generador, y funcionó. Pero solo pudo estar una jornada…. y descubrimos que el generador no aguantaba tantos días sin el oxígeno habitual. Así que el fixer baja corriendo a buscar uno más grande, de unos cuarenta y cinco kilos, y resulta que los caballos no pueden subir el último desnivel: necesitan una alforja con un peso equivalente en el otro lado, y eso supondría noventa kilos, cuando solo pueden subir ochenta. Entonces, el ayudante de cocina, un peruano bajito muy muy fibrado, muy fuerte, dice: ya lo subo yo. Lo subió a peso.
-Y eso es solo el principio.
-Estuvimos diez días para adaptarnos a la altitud y el frío. Otros diez en el campamento, rodando. El rastreador encontró al sapo.
-Que, fiel a su costumbre, se congela por la noche.
-Buscamos las condiciones idóneas para filmarle al despertar. Todo el mundo mirándolo, empieza a amanecer, sube un poco la temperatura y… el momento en el que el sapo abre el ojo fue muy emocionante.
-Quizá sea el gran momento de la serie.
-Tom Hanks estrenó la promoción de la serie en un talk show con esa secuencia.
Burros transportando equipo al campamento de rodaje del sapito de cuatro ojos en Perú para The Americas. Foto Kelsey Reider (mayo 2022).
-La BBC presentó el capítulo de Los Andes como candidato a los premios Emmy.
-Es lo más difícil que he hecho, y salió redondo. En ese capítulo también aparecen otras historias muy buenas.
-Se ven volcanes eructando, osos descendiendo paredes verticales, patos acorazados capaces de vivir en lugares donde la temperatura oscila de los veinte grados bajo cero a los cuarenta, el desierto de Atacama completamente seco que de pronto se colorea con la superfloración… ¿cómo se hace eso?
-Una vez cada diez años caen lluvias fuertes en Atacama, y ahora puedes programar un dron para que, años después, vuele exactamente por el mismo lugar que lo hizo y grabe unas imágenes del sitio desde una posición idéntica. Si pasas las imágenes una encima de otra, en concatenado, como una cortinilla, consigues un efecto único.
-Otra toma memorable es la de una manada de orcas persiguiendo a delfines… ¿cómo se consiguen esas imágenes en las que la cámara bucea a toda velocidad con los cetáceos?
-Hay una logística impresionante. Contamos con estabilizadores para cámaras que eliminan el balanceo del barco que sigue a los animales, un biólogo lleva un dron, tenemos cámaras subacuáticas, y, luego, añadimos imágenes grabadas en otro momento para contar la persecución lo mejor posible y, si puede ser, conseguir el instante de la caza.
-¿Cuál es el porcentaje de imágenes de archivo habitual para secuencias complicadas?
-Si se utilizan imágenes de archivo es para reforzar o completar la narrativa, pero sin artificio: todo es real, solo que puede haber sido filmado en momentos diferentes. En general, entre un cinco y un diez por ciento del material de un documental corresponde a imágenes de archivo. El resto se registra expresamente para la producción en cuestión. Al menos, así es en la BBC.
-Menudo lujo disponer de esas cámaras, esos drones, ese archivo.
-Documentales como The Americas se presentan cada tres o cinco años. Son productos para todos los públicos, apolíticos, sin religión, con muchas ventanas de venta y un gran presupuesto que se debe intentar recuperar.
-Y luego está la vida, digamos, real.
-Estas superproducciones actúan como puntas de lanza, crean sinergias positivas que ayudan a que otras producciones más pequeñas salgan adelante, y dan ideas. Hay documentales mucho más modestos que son impresionantes.
-Después de The Americas has vuelto de nuevo a España con planes para…
-Aún no puedo hablar de casi nada, aunque se tantea una superproducción nacional en coproducción con los ingleses. 
Òscar Cusó junto a David Attenborough en el Museo de Historia Natural de París durante el rodaje de Natural Curiosities 3. Foto Sharmila Choudhury (julio 2014).
-Durante años, los documentales de naturaleza tuvieron referentes como Jacques Cousteau, Carl Sagan o Félix Rodríguez de la Fuente. Aunque no fuera televisiva, Jane Goodall ha supuesto otro icono. Todos han muerto. Attenborough es el único superviviente de aquella edad dorada, y tiene 99 años. Desde que han desaparecido esos comunicadores, España, y diría que también Latinoamérica, parece haberse desenganchado de los documentales de naturaleza.
-En España, no sé por qué, después de Félix, estos documentales han pasado de ser emblemáticos a tener la reputación de que van bien para echarse la siesta. Algo ha ocurrido con la producción, la distribución, la forma de proyectarlos. En Inglaterra o Francia nunca pasó eso. Aunque empezamos muy bien con Félix, aquí no hemos sabido crear escuela pese a tener mercado. Y en Latinoamérica diría que la situación es parecida. Habrá que cambiar la inercia.
