UN TROZO DE TIERRA
Santiago Beruete

Turner Noema
Madrid, 2023, 256 páginas

Portada de un libro titulado 'Un trozo de tierra' por Santiago Beruete y Turner Moema, con una imagen de manos sosteniendo un trozo de tierra.

Tras haber cultivado con rigor y belleza un pensamiento verde a través de ensayos como Jardinosofía, Verdolatría o Aprendívoros, Santiago Beruete (Pamplona, 1961) regresa con Un trozo de tierra, un libro que parece brotar desde las raíces mismas de su trayectoria, pero que germina con una forma distinta: la del cuento.

En esta ocasión, el filósofo y jardinero se despoja del andamiaje del ensayo para entregarse a la narrativa breve. Son 22 relatos los que componen este libro coral donde el terreno común es, como sugiere el título, la tierra. Pero no cualquier tierra: aquella que se pisa, se trabaja, se hereda, se sueña. La que guarda secretos, saberes, memorias.  Y en esta ocasión,  pone el foco en personajes diversos —maestros, científicos, jóvenes desorientados, pastores, marginados— que, cada uno a su modo, se acercan al mundo natural no como paisaje sino como lugar de resistencia, redención o reencuentro. A través de sus vivencias se perfila una ética del cuidado, de lo esencial, de lo lento.

No hay aquí el afán de moraleja ni el efectismo emocional que suele aquejar a cierta narrativa ecológica. Los cuentos de Un trozo de tierra están escritos con mesura y profundidad, como quien cava con paciencia en suelo pedregoso. Son piezas breves, pero con raíces largas: en cada una se percibe una voluntad de pensamiento, una inclinación hacia la pedagogía sin dogma, una ternura que no excluye la crítica.

Beruete acuña incluso nuevos términos —“jardinética”, “permaeducación”— con los que designar un horizonte que combine filosofía, ecología y experiencia vivida. No como utopía abstracta, sino como forma concreta de estar en el mundo. Y es precisamente eso lo que late bajo todos estos relatos: una aspiración a reencantar lo cotidiano, a devolverle profundidad al gesto de plantar, de cosechar, de compartir lo que da la tierra.

En ese sentido, el libro se alinea con la mejor tradición de la liternatura: no solo porque el paisaje actúe como un personaje más, sino porque en estas páginas se da un cruce constante entre lo literario y lo vital, entre la historia y la biología, entre el cultivo del suelo y el cultivo del alma. La escritura de Beruete —ya lo sabíamos— es precisa, sobria, generosa en lecturas, siempre atenta a los detalles. Pero en Un trozo de tierra se vuelve además cálida, ficcional, hospitalaria. Lo que en sus ensayos era argumento, aquí se vuelve cuerpo, rostro, voz.

Por eso, más allá de su belleza formal o de su mensaje ambiental, el libro conmueve por lo que propone: un regreso al suelo como lugar de sentido. Como espacio de escucha, de intercambio, de posibilidad. Como herencia que debemos cuidar y como promesa que todavía —aunque tarde— podemos sembrar.

Beruete, con las botas manchadas de tierra y la cabeza llena de ideas, ha escrito un libro que no solo se lee: se riega, se poda, se abona. Y como todo lo que se cuida, da fruto.

Luci Romero